Y ahora, ¿qué?

Qué pasa con el familiar que ejerce de cuidador principal, cuando la persona cuidada, muere? De eso no se habla, del espacio donde se encuentran el alivio y la desolación. Entran en combinación el desgarro por la pérdida y la calma porque se acabó el sufrimiento para ambos lados de esta ecuación. Para el paciente y el cuidador.
Una vez que la persona cuidada muere,, ¿qué pasa con el cuidador? ¿Cómo afronta los sentimientos de soledad, de alivio por el sufrimiento acabado, junto a la tristeza por quien partió? No es politicamente correcto hablar de la calma que trae la tormenta después de años de entrega, noches en vela, esfuerzos titánicos, en el aspecto emocional hasta el desgaste físico. Ahora bien, ¿nos damos el espacio para expresarlo, para desahogarnos? No, porque la culpa y los sentimientos encontrados hacen mella.
¿Cómo retomar un cambio de vida, transformada por una enfermedad que contaminó todo a su alrededor: los horarios, las tareas, las obligaciones, los tiempos, los proyectos, los afectos? ¿Cómo recuperar el tiempo sentido como perdido porque dejó una vida en suspenso por la imperiosa necesidad de volcarse en los cuidados?
Y, ahora … ¿qué?
Si, esa es la gran pregunta, que en muchos, genera un conflicto de difícil resolución. Dos vidas que de fueron, una murió y la otra cambió. Y ahora qué es la pregunta fundamental y filosofal, en la que la culpa por el alivio y la necesidad de reconversión cobran sentido.
Por eso mismo,: y ahora, ¿qué?

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